Receta de coles de bruselas publicada en un semanario en 1927:
Seiser es un buen amigo mío, y además de buen amigo es un buen cocinero: a él se debe esta fórmula, que no por muy sencilla deja de ser suculenta.
Seiser compra unas coles, Seiser las limpia tirándoles las hojas que están averiadas y Seiser las pone a cocer en agua y sal.
Mientras cuecen, y no mucho, Seiser en una sartén y en abundante manteca de rollizo guarrete (Seiser es un gran devoto de estas reses inferiores que son superiores), fríe cuadraditos de pan…
Seiser retira las coles cuando casi están cocidas, y en la manteca que ha sobrado de freir los corrosquitos, Seiser rehoga las coles después de haberlas secado bien con un paño o servilleta.
Rehogaditas, Seiser las saca de la sartén, las mezcla con los cuadraditos de pan y las pone en recipiente que resista al horno.
En la manteca que ha quedado en la sartén, Seiser fríe cebolla picada y perejil, añadiéndole cuando este dorada un par de cacillos de caldo y un poquito de vino blanco, del que a Seiser le gusta y que al parecer es del bueno; pone un punto de pimienta y un poco de zumo de limón y lo vierte todo por encima de las coles y el pan frito. En ese momento Seiser coge el recipiente con su contenido y lo mete en el horno, donde Seiser lo tiene el tiempo indispensable, aconsejando Seiser se evite que el pan se queme.
Yo no sé, y Seiser lo ignora, si las atribuciones del sumiller de Palacio en Bruselas terminan en la puerta de las reales cocinas; si así fuera yo le rogaría recomendase al chef de la cocina esta formulita, en la seguridad de que su ejecución sería un acontecimiento.
Gonzalo Avello
(Foto: su-lin)